EL MARQUÉS DE SANTILLANA 
(1388 – 1458) 
 

Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en Carrión de los Condes, Palencia, en 1388. Fue hijo de don Diego Hurtado de Mendoza y de doña Leonor de la Vega, dama inteligente y rica. Al morir su padre, el pequeño Iñigo quedó al cuidado exclusivo de su madre y de su abuela. Joven todavía, se casó con doña Catalina de Figueroa

Como los grandes caballeros de su tiempo, tomó parte en la política de aquella época, unas veces al lado del rey Juan II de Castilla y otras contra él. Fue partícipe en varias batallas y, por su esfuerzo en la contienda de Olmedo, obtuvo los títulos de Marqués de Santillana y conde de Manzanares, merecidos títulos concedidos por el rey. Más tarde se retiró a su palacio, ubicado en Guadalajara, en donde falleció en 1458.

Era el Marqués de Santillana, además de buen político y guerrero, muy culto. Poseía una de las mejores bibliotecas de su tiempo. Se le puede considerar como el primer poeta del siglo XV. Gran vate, muy conocido sobre todo por sus encantadoras serranillas, dezires y canciones, o sea, por poesía de arte menor. Es aquí en donde mejor se le puede observar la gran inspiración poética, la sencillez y el encanto inimitables de este poeta castellano.

Sus principales obras son La comedieta de ponza, Bías contra fortuna, sus Proverbios y los numerosos sonetos al estilo italiano.

 


 
 
 
 
 
LEJOS DE VOS

 

  Lejos de vos y cerca de cuidado, 
pobre de gozo y rico de tristeza, 
fallido de reposo y abastado 
de mortal pena, congoja y braveza, 

desnudo de esperanza y abrigado 
de inmensa cuita y visto de aspereza, 
a mi vida me fuye, mal mi grado, 
la muerte me persigue sin pereza. 

Ni son bastantes a satisfacer 
la sed ardiente de mi gran deseo 
Tajo al presente, ni me socorrer 

la enferma Guadïana, ni lo creo. 
Sólo Guadalquivir tene poder 
de me guarir y sólo aquél deseo.

 

  LA MOZA DE LA FINOJOSA

 

  Moza tan fermosa 
non vi en la frontera, 
como una vaquera 
de la Finojosa. 

Faciendo la vía 
del Calatraveño 
a Santa María, 
vencido del sueño, 
por tierra fragosa 
perdí la carrera, 
do vi la vaquera 
de la Finojosa. 

En un verde prado 
de rosas e flores, 
guardando ganado 
con otros pastores, 
la vi tan graciosa 
que apenas creyera 
que fuese vaquera 
de la Finojosa. 

Non creo las rosas 
de la primavera 
sean tan fermosas 
nin de tal manera, 
fablando sin glosa, 
si antes supiera 
de aquella vaquera 
de la Finojosa. 

Non tanto mirara 
su mucha beldad, 
porque me dejara 
en mi libertad. 
Mas dije: «Donosa 
por saber quién era, 
¿aquella vaquera 
de la Finojosa?...» 

Bien como riendo, 
dijo: «Bien vengades; 
que ya bien entiendo 
lo que demandades: 
non es deseosa 
de amar, nin lo espera, 
aquessa vaquera 
de la Finojosa.» 

 

 
 
SERRANILLA DE BORES

 

  Mozuela de Bores,
allá do la Lama,
púsome en amores.

Cuidé que olvidado
amor me tenía,
como quien se había
gran tiempo dejado
de tales dolores,
que más que la llama
queman amadores.

Mas vi la fermosa
de buen continente,
la cara placiente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama
nin otra, señores.

Por lo cual: -Señora
- dije -, en verdad
la vuestra beldad
saldrá desde agora
dentre estos alcores,
pues meresce fama
de grandes loores -.

Dijo: -Caballero,
tiradvos afuera:
dejad la vaquera
pasar al otero;
ça dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores-.

-Señora, pastor
seré si queredes:
mandarme podedes,
como a servidor:
mayores dulzores
será a mí la brama
que oir ruiseñores-.

Así concluímos
el nuestro proceso
sin fascer exceso,
e nos avenimos.
E fueron las flores
de cabe Espinama
los encobridores.

 
  POR UNA GENTIL FLORESTA

 

  Por una gentil floresta
de lindas flores e rosas,
vide tres damas fermosas
que de amores han requesta.

Yo, con voluntad muy presta
me llegué a conoscellas.
Començó la una dellas
esta canción tan honesta:

Aguardan a mí:
nunca tales guardas vi.

Por mirar su fermosura
destas tres gentiles damas,
yo cobríme con las ramas,
metíme so la verdura.

La otra con gran tristura
començó de sospirar
[e] dezir este cantar
con muy honesta mesura:

La niña que los amores ha
sola, ¿cómo dormirá?

Por no les fazer turbança
non quise yr más adelante
a las que con ordenança
cantaban tan consonante.

La otra con buen semblante
dixo: "Señoras de estado,
pues las dos aveys cantado,
a mí conviene que cante:

Dexadlo al villano pene:
véngueme Dios dele."

Desque huvieron cantado
estas señoras que digo,
yo salí desconsolado,
como hombre sin abrigo.

Ellas dixeron: "Amigo,
non soys vos el que buscamos,
mas cantad, pues que cantamos."
Dixe este cantar antiguo:

Sospirando va la niña
e non por mí,
que yo bien ge lo entendí.